Vivimos con miedo. Delincuencia, narcotráfico, pandillas, violencia, terrorismo. Los asaltos y asesinatos son el pan de cada día. Además, nos sentimos vulnerables porque sabemos que la delincuencia también está radicada en la política.
No nos enorgullecen los presidentes y candidatos presos, prófugos ni procesados, al igual que alcaldes, gobernadores y congresistas. La realidad nos da pena, pero solo la podemos cambiar nosotros. En las elecciones de octubre tenemos una nueva oportunidad para jubilar a quienes nos tienen como estamos. El cambio comienza cambiando a quienes deben poner orden. Si venimos arrastrando (y financiando) a verdaderas mafias en la política: ¿Cómo podemos esperar vivir tranquilos?
Casi la totalidad de los peruanos reclamamos un cambio. Pero ¿qué cambio? No podemos esperar a que los políticos nos sigan ofreciendo cambios a la medida de ellos y sus partidos. Nuestra respuesta debe ser clara: No los elijamos más. El cambio comienza por nosotros y en octubre podemos recuperar nuestro orgullo. No permitamos que el poder se concentre en pocas manos. Extirpemos los tumores malignos de nuestra política. Aprendamos las lecciones.