Han anunciado con bombos y platillos la eliminación de las mascarillas y la reducción de restricciones tras la pandemia de Covid-19. Pero no es más que un voladero de luces. Una venta de humo. La salud sigue siendo una gran preocupación del Perú.
No solo hemos sufrido atrasos en distintos tratamientos por la pandemia de Covid, sino que otras enfermedades han recuperado sus lugares de “prestigio”, volviendo a preocuparnos a nosotros, a los que no nos ven, pues en Palacio no es preocupación.
Las autoridades sanitarias de Perú han emitido una alerta epidemiológica a nivel nacional ante el incremento de casos de dengue en el país, que en lo que va de este año ya ha causado 75 muertes y superado los 58.000 casos, según informó el Ministerio de Salud. El agente trasmisor de la enfermedad, el mosquito Aedes Aegypti, se halla disperso en 22 regiones, 94 provincias y 528 distritos.
Se hace cada vez más difícil enfrentarla debido a determinantes ambientales, geográficas, sociales, elevadas migraciones de la población, el desabastecimiento de agua potable, el inadecuado almacenamiento de agua y otros factores que inciden en la ocurrencia de más casos y brotes.
Además, ya nos había advertido la Organización Panamericana de la Salud, de un alto riesgo de reaparición de poliomelitis, una enfermedad que ha llegado a sus límites más bajos de vacunación desde los años 90. Vale recordar que la poliomielitis puede causar parálisis irreversible en algunos casos, pero se puede prevenir con una vacuna.
La poliomielitis se propaga de persona a persona, por lo general, cuando alguien está en contacto con las heces de una persona infectada y luego se toca la boca. Con menos frecuencia, la poliomielitis se puede propagar cuando las gotículas de una persona infectada al estornudar o toser.
Por último, la viruela del mono continúa en expansión y ha sido la gran olvidada mientras se esparcía la pandemia del Covid. En el Perú los casos aumentan a diario. La anemia se mantiene también en total abandono. Todo esto, mientras la casta política se sigue mirando el ombligo, gastando nuestros recursos en sus gustitos ideológicos y en darle trabajo a sus amigotes. ¿Creen que esto cambió después de las elecciones? Nos tememos que no. Estos son problemas reales, de peruanos reales. Esos que la política no ve, pues nos convirtieron en invisibles.