Una filtración de agua arruinó un laboratorio completo en el Hospital Regional de Ayacucho. Equipos dañados, pacientes sin pruebas, médicos arriesgando su salud. Todo por tuberías viejas y techos que ya no aguantan más.
El hospital no recibe mantenimiento hace años. Grietas, humedad, infecciones. Nadie puede sanar en un lugar así. Ni el más fuerte. Y lo saben todos: el gobernador, el director, los congresistas. Pero nadie actúa.
Los trabajadores hacen malabares. Los pacientes esperan en condiciones inhumanas. Y el invierno no perdona. Cada día sin solución es una sentencia de dolor para cientos de familias.
No pedimos milagros, pedimos dignidad. Con la salud no se juega. O limpiamos este sistema podrido desde la raíz, o seguiremos viendo morir a los nuestros por culpa del abandono.