miércoles, noviembre 27, 2024
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Nadie nos viene a ver

Caminar por las iglesias ayacuchanas siempre significó convivir con turistas de todo el mundo. Los hoteles contestaban llamadas obligados a decir: Disculpe estamos con ocupación total y no podemos recibir nuevas reservas. Lo mismo los restaurantes.

Antes no había espacio para reservas porque había turistas a quienes atender. Hoy nadie nos quiere venir a ver. No hay reservas porque no hay nadie. Ni siquiera podemos mantener abierto el aeropuerto sin interrupciones.

Nadie quiere venir a conocer templos entre muertos y piedrazos. Entre corruptos y pobreza. Paisajes adornados por el humo de las barricadas.

Por eso, hoy debemos tomar una decisión:

La primera es seguir a los que marchan con violencia y destruirnos a nosotros mismos, quedarnos sin trabajo, sin turistas, en una ciudad olvidada y sin cuidado, o podemos volver a trabajar y devolverle la vida a Ayacucho, a nuestras iglesias, nuestras bellezas naturales, pero, sobre todo, darle una sonrisa a nuestra gente. Una sonrisa de orgullo por el Perú.

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